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Teresa y su nuera Nicolasa |
Un potaje es un guiso de legumbres con verduras cocinado a fuego lento y mejor en un pote o puchero. Comida potente para menguar el frío y llenar el cuerpo de calorías.
La palabra viene del francés "potage" que significaba "sopa" para más tarde sobre el S.XV utilizarse más bien para denominar el "puchero cocido"
Pero no a todos los guisos de legumbre con verduras los identificamos como potaje, lo que nos viene a la cabeza es el tradicional potaje de garbanzos y espinacas, especialmente con bacalao, que se comía (y se come) durante los viernes de cuaresma.
Son comidas arraigadas en el paladar familiar y que algunos intentamos conservar. Ya se sabe que los olores y sabores de la casa donde nacimos y nos criamos nos acompañarán a lo largo de la vida.
Yo no conocí a mi abuela Nicolasa ni a mi bisabuela Teresa, pero el potaje que os presento está inspirado en ellas y transmitido por vía materna.
Lo característico de este plato es que lo acompaña el matahambre, que habitualmente son unas bolas fritas hechas con huevo y pan rallado, pero que en nuestro potaje van enriquecidas con bacalao.
INGREDIENTES
300 gr. garbanzos
200 gr. judías blancas
400 gr. migas de bacalao
200 gr. espinacas limpias y cortadas.
5 huevos
1 cabeza de ajos
2 hojas de laurel
Pan rallado
1/2 cebolla
1/2 tomate
1 cucharadita de pimentón dulce
1/2 cucharada de harina
Perejil
Sal (a veces no es necesaria)
CÓMO LO HACEMOS
La noche anterior se echan los garbanzos y las judías en agua.
El bacalao también pero en recipiente aparte.
En un puchero de barro se pone la legumbre a hervir, con un chorrito de aceite de oliva, unas tajadas de bacalao y dos hojas de laurel.
(hay que tener en cuenta que los garbanzos y las judías tendrán que estar cociendo a fuego lento durante un par de horas así que hay que tener cuidado que el bacalao no se deshaga, retirándolo si es preciso)
En una cacerola con agua se pone el resto de bacalao a dar un hervor, retirándolo enseguida, un par de minutos, para sacarlo y desmigarlo en un plato o fuente. Dejaremos el agua de la cocción en reserva ya que más tarde podemos aprovecharla para ir añadiéndosela a la olla o puchero según se necesite.
Este bacalao nos servirá para preparar el matahambre.
Una vez tenemos el bacalao incorporamos los huevos (tres) porque los otros dos los hemos puesto a cocer.
A continuación echamos 4 ó 5 dientes de ajo y el perejil todo muy picadito.
Cuando está todo mezclado y batido se le añade el pan rallado.
La cantidad de pan es a ojo, ya que depende del tamaño de los huevos y del bacalao que desmiguéis.
La masa debe quedar blandita pero homogénea y compacta para que no se os deshaga al cogerla para freír...
Una vez fritas las pelotas, relleno o MATAHAMBRE, se reservan hasta que el resto del potaje está prácticamente a punto.
Mientras, hemos tenido la legumbre hirviendo a su ritmo, y cuando están los garbanzos tiernos incorporaremos las espinacas...A un tiempo, en la misma sartén y aceite de freír el matahambre, pocharemos la cebolla muy, muy picadita, para a continuación dorar un poquito unos dientes de ajo, el pimentón, una cucharadita de harina, y el tomate rallado.
Se incorporará todo al puchero y se dejará cocer junto con el matahambre.
A continuación y como punto y final se machacan un par de picatostes en
un mortero con unos ajos y perejil...
y también se incorpora a la cocción a la que añadiremos 2 huevos duros en trocitos.
Este espectacular potaje se deja reposar...
Y a comer se ha dicho.
Como Nicolasa nació en la serranía conquense, siempre que estamos por esas tierras en primavera, disfruto de la recolección de collejas en los campos baldíos y de tierras calizas. Ésta pequeña planta silvestre, de hojitas lanceoladas, azuladas e insignificantes flores como minifarolillos colgantes tiene un sabor suave y exquisito que sustituye a las espinacas y que da un sabor al potaje muy especial.